Accesibilidad en piscinas para personas con discapacidad física

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Una de las premisas fundamentales que toda instalación pública ha de cumplir es el de la accesibilidad para las personas con movilidad reducida. La accesibilidad es el conjunto de características que han de tener las infraestructuras, el urbanismo, los edificios, establecimientos e instalaciones, el transporte o las comunicaciones, de forma que permitan a cualquier persona su utilización y disfrute en condiciones de seguridad y de autonomía.

El caso de las piscinas

En el caso concreto de las piscinas son equipamientos de ocio habituales tanto en complejos deportivos municipales, a nivel particular en viviendas unifamiliares o urbanizaciones y en establecimientos turísticos. La natación es, además, una actividad física que contribuye a un buen mantenimiento del estado físico, favoreciendo al sistema muscular, esquelético, circulatorio y respiratorio y, para muchas personas con discapacidad, es uno de los deportes que pueden practicar.

Hay que tener en cuenta que todas las personas, en una o en varias etapas de nuestra vida, de forma temporal o permanente y en mayor o menor medida, vemos limitadas nuestras condiciones físicas, psíquicas y/o sensoriales.

Es entonces, en situaciones de limitación o incluso dependencia de otras personas, cuando nos damos cuenta de que vivimos en unos entornos saturados de barreras que nos dificultan o incluso impiden realizar las actividades de la vida diaria.

Los diseños tradicionales no resultan accesibles o representan riesgos a una gran parte de los usuarios. En este post queremos mostrar algunas recomendaciones y guías de diseño para poder realizar piscinas que sean disfrutadas por la mayor parte de las personas, con independencia de su discapacidades.

Entorno y servicios accesibles

Para que una piscina sea considerada  accesible su entorno, accesos y edificaciones y servicios vinculados también han de serlo. Las directrices de diseño de estos espacios las detallaremos a continuación.

Para empezar, el perímetro del vaso estará pavimentado con material antideslizante que garantice sus propiedades, tanto en seco, como en mojado. Además, los bordes de la piscina estarán claramente diferenciados mediante una textura y un color distintos al del resto del pavimento y se prohíbe la presencia de pediluvios.

Equipamientos adicionales

Como equipamientos adicionales, es recomendable contar con sillas de ruedas para agua, que puedan ser usadas para entrar en la piscina o para utilizar en las duchas.

¿Cómo tiene que ser el acceso al vaso?

Se recomienda un acceso común para todos los usuarios, como puede ser una rampa con pendiente suave y dotada de pasamanos firmemente anclados. En piscinas grandes, más de 50 metros, debería haber más de una entrada accesible al vaso.

El ancho de la rampa variará entre los 82 y los 95 centímetros con una pendiente recomendada no mayor del 8%, y tanto la entrada como la salida de la rampa estarán al mismo nivel del pavimento, sin escalones.  Además contará con pasamanos a dos alturas en ambos lados y no es recomendable que éste continúe por debajo del nivel de agua, ya que constituiría un obstáculo difícil de detectar.

Se prestará una especial atención al pavimento, que deberá ser antideslizante. La zona más crítica es la de entrada en la rampa, donde hay poca profundidad de agua y es fácil resbalar. Para asegurar una mayor adherencia se puede recurrir a productos especiales para tratar las baldosas, que mediante una ligera abrasión crean una superficie más rugosa y por tanto menos resbaladiza.

Al final de la rampa ha de haber una zona plana de metro y medio de largo en la que la silla pueda maniobrar y girar, con una profundidad de agua que no supere los 75 centímetros. Todas las profundidades de estas zonas deben estar bien indicadas y visibles desde el exterior, para poder comprobar con anterioridad si el usuario puede utilizar la piscina o no.

Grúas y elevadores para discapacitados

Existen grúas específicas para facilitar la entrada y la salida del agua a las personas con poca movilidad. En su mayoría funcionan con un sistema hidráulico poco complejo que tan solo hace falta conectar a un grifo o toma de agua con presión suficiente.

Estos elevadores pueden ser usados sin ayuda por muchas de las personas con discapacidad, ya que su manejo es sencillo y no requiere un gran esfuerzo ni habilidad. Aun así se recomienda su instalación en zonas en las que la profundidad del agua no sea mayor de 120 centímetros, para aquellos casos en los que se requiera la ayuda de una persona desde dentro del agua.

Evidentemente, el camino al elevador sea accesible, y que exista espacio para maniobrar con la silla al lado de él.

Muros y gradas de transferencia

Otra vía para acceder al interior del vaso es mediante los muros de transferencia. Éstos se encuentran en el borde de la piscina, casi a ras con la superficie del agua, y por el otro lado su altura es similar a la del asiento de la silla de ruedas, aproximadamente 45 centímetros, de tal manera que el usuario puede aparcar en paralelo y pasar fácilmente de la silla al muro apoyándose en barras o asideros perpendiculares a la piscina y anclados al muro, y de éste al vaso de la piscina.

Una variante de este sistema son las gradas de transferencia, que consiste en una plataforma de transferencia y una serie de escalones que se van introduciendo en el agua. El usuario pasa de la silla de ruedas a la plataforma y luego va bajando los escalones. Estos escalones tienen una profundidad de unos 40cm, y una altura no mayor de 22cm.

Estos sistemas estarán revestidos con materiales que no resulten abrasivos y tendrán todas las aristas redondeadas, ya que el usuario se irá arrastrando sobre ellos, y no hemos de olvidar que lo harán vestidos sólo con la ropa de baño, por lo que podrían sufrir heridas o cortes en la piel.


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